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http://www.Laopinion.com/archivo/?FREETEXT=Luis+Silva-Villar Colorado y Massachusetts La Opinión, November 10, 2002
 Luis Silva-Villar
 EN LA CRESTA DE LA LENGUA: Colorado y MassachusettsLas entrevistas a la salida de los colegios electorales desvelan lo que no está 
en la letra de la propuesta de ley: asimilación acelerada de inmigrantes. ¿Se 
votará la siguiente vez la supresión de la televisión, la radio y la prensa en 
español?
 Colorado y Massachusetts presentaron a votación el pasado 5 de noviembre 
proyectos contra la
 enseñanza bilingüe con diferente suerte. Si en Massachusetts el proyecto, 
llamado Consulta 2
 (Question 2 en inglés), fue aprobado por mayoría abrumadora: el 70% contra el 
30%; en Colorado,
 la Enmienda 31, fue rechazada vehementemente, el 56% contra un 44%, en lo que 
representa el
 primer descalabro en la cruzada de su proponente Ron Unz. La disparidad de 
resultados a propuestas
 idénticas abre interrogantes sobre la forma de planificar las campañas.
 
 La prensa menciona como determinante en este resultado dispar el que la 
organización English Plus,
 opositora a la enmienda en Colorado, recibiera de la multimillonaria Pat Stryker 
la más que estimable
 donación de tres millones de dólares. En comparación, en Massachusetts, el 
Comité Projusticia a
 Niños y Maestros no recaudó más que 200 mil dólares, la mitad del presupuesto de 
Unz para la
 campaña en ese estado. La coincidencia de la donación con el cambio de tendencia 
en las
 encuestas, en Colorado, da cierta fiabilidad al aserto. El mismo Unz, promotor 
de ambas enmiendas,
 así lo ha pretendido justificar.
 
 Pero tiene que haber algo más que dinero. En la votación de la Proposición 227, 
en California, de
 confección semejante a las recientemente votadas, los partidarios de la 
propuesta fueron superados
 por contribuciones monetarias en más del doble. Si no me falla la memoria, 
Jerrold Perenchio,
 director de Univisión, donó 1.5 millones de dólares en efectivo y un millón más 
en espacios gratuitos
 en el canal de televisión de su propiedad.
 A pesar de ello la enmienda fue aprobada. Luego hay algo más que dinero: hay que 
saber dónde y
 con quién gastarlo.
 
 Si hay algo común a todas las campañas de Unz es que el mensaje antibilingüe 
consigue aunar en
 una piña a educadores, padres, expertos en lingüística y metodologías de 
enseñanza,
 administradores de distritos escolares e incluso políticos en los casos en que 
no hay algún episodio
 accidental. Sin embargo, con la excepción de Colorado, las propuestas se han ido 
aprobando precisa
 y mecánicamente. ¿Con qué votos? Si excluimos a los ya mencionados, que son los 
que están en la
 lidia diaria y directa, con el bilingüismo y la educación, lo que queda es la 
mayoría anglosajona,
 ajena al asunto, pero que constituye la mayoría de los colegios electorales con 
raras excepciones. En
 Colorado, el 75% de la población son anglosajones y, de ellos, el 70% están 
inscritos para votar. Más
 del 50% de los hispanos, y que sirva de contraste, no está inscrito para votar.
 
 Si algo ha sido diferente en Colorado ha sido el esfuerzo por educar al elector 
en el lenguaje de la
 enmienda y no en la educación bilingüe. El dinero llovido del cielo ha 
contribuido a ello. Sin embargo,
 hasta el último segundo se tuvo el alma en vilo por la cantidad de indecisos. Si 
no hubiera habido una
 campaña para desentrañar el lenguaje de la enmienda es muy probable que a estas 
horas se hubiera
 aprobado la propuesta, lo que hubiera sido injusto por la escasa 
representatividad de sus
 proponentes. Recuérdese que a duras penas podían cubrir la asistencia a debates 
o enfrentar
 públicamente a los opositores. Aún peor, no recaudaron fondos. Al final, su 
mejor arma fue dejar
 que la información circulase en el nivel más discreto posible. Los indiferentes 
e indecisos --se
 pensaría-- siempre pueden decidir en el último minuto, ante las urnas. Sin los 
detalles de la enmienda
 y ante una consigna tan sencilla y desorientadora como "inglés para los niños" 
poco hay que discurrir.
 
 
 Toda la propaganda electoral de los opositores (en Colorado) se volcó hacia los 
grupos anglosajones,
 y la limitación que impondría la enmienda a su capacidad de decisión en materia 
educativa. El
 contenido de la enmienda siempre se presentó de forma sencilla, evitando, a 
diferencia de
 Massachusetts, recalcar la complejidad que rodea a la decisión y a la educación 
bilingüe en general, lo
 que debe quedar para los entendidos. En Colorado no se intentó una descripción 
prolija de los
 modelos educativos y se limitó el uso de los datos con la excepción de un 
posible ascenso de los
 impuestos para sufragar la transición, que se fijó en Colorado de forma 
equivocada en 60 millones de
 dólares. En Massachussets se ha fijado en 125 millones pero nadie ha protestado, 
al menos no lo
 demostraron votando.
 
 Una oponente a la enmienda en Massachusetts decía: "es difícil presentar el 
contenido en 30
 segundos". Unz sí podía: "inglés para los niños". ¿Qué importa lo que oculta? 
Las entrevistas a la
 salida de los colegios electorales desvelan lo que no está en la letra de la 
propuesta de ley:
 asimilación acelerada de inmigrantes. ¿Se votará la siguiente vez la supresión 
de la televisión, la radio
 y la prensa en español? Lo que es alarmante es que Unz ni siquiera compró un 
anuncio comercial, el
 candidato republicano Mitt Rommey fue el que cargó con ese peso.
 
 En Colorado fue decisivo que la aprobación de la enmienda pusiera en peligro los 
modelos educativos
 de doble lengua (y cultura) en los que los padres por propia convicción buscan 
integrar a sus hijos en
 un ambiente educativo bilingüe, en español e inglés, por ejemplo. El recurso a 
llamar vampiros y
 racistas a los anglosajones que acuden a estos colegios, con el objetivo 
indudable de atraer el voto
 hispano, aparte de golpe de efecto político de los proponentes de la enmienda 
sólo demostró poco
 contacto con la realidad circundante.
 
 Se ha dejado a los hispanos aparte, como grupo, pues es la comunidad que 
realmente sufre más en
 este forcejeo por definir el futuro cultural de nuestro país. Es muy común en 
las encuestas a pie de
 urna oír que se votó a favor porque los hispanos tienen que aprender la lengua 
del país y no, al
 revés, el que tengan que ser los hablantes de inglés los que queden obligados a 
aprender el
 español. Algunos se quejan de que si no hablan español no consiguen trabajo. 
Salta a la vista que los
 votantes entrevistados, tanto en Colorado como en Massachusetts mencionan una 
sola lengua en su
 comentario: el español. ¿El español se ha convertido en el arquetipo de todo lo 
que no es inglés o,
 peor, es que todo este movimiento es triste y simplemente una maniobra de 
castigo contra los
 hispanos, por no asimilarse al ritmo que otros esperan?
 
 El parecer de los hispanos es claro. En Massachussets el 91.7% votó contra la 
enmienda de acuerdo
 con el Instituto Gastón de la Universidad de Massachussets en Boston. En 
Colorado cifras altas
 también. Recuérdese que en California, la 227 también fue rechazada de plano por 
los hispanos con
 un 63%. Los hispanos han hablado, y lo que se haga en Massachusetts será una 
imposición
 disfrazada de votación democrática. El apoyo popular en Massachusetts tampoco 
debió de ser muy
 alto. A pesar del resultado, no se consiguió reunir para la celebración de la 
victoria a más de 25
 personas.
 
 Si ha habido un perdedor en las elecciones, es la democracia como vehículo de 
participación popular.
 Más del 70% del país no votó. Esto significa que la mitad de los que no votaron 
en cualquiera, y lo
 repito, en cualquiera de las elecciones habidas el 5 de noviembre, hubieran 
ganado a los que salieron
 triunfantes. Hay una frágil minoría que vota por todos y a todos nos lleva por 
el camino. Un ejemplo,
 el gobernador de Kentucky salió elegido con el 59% de los votos, y, ¡atención!, 
sólo votó el 22%.
 Luego el elegido salió del voto de uno de cada 10 kentaquinos. Los que defienden 
que hubo un
 voto de miedo en las pasadas elecciones se equivocaron. Ahora sabemos que seis 
de cada 10
 ciudadanos no votaron nada ni a nadie. ¿A nadie le preocupa? ¿Dónde está el 
miedo?
 
 Luis Silva-Villar es lingüista asesor.
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